La
creatividad vendría a ser hija del sufrimiento. Lo cual no quiere decir que el
sufrimiento sea madre de todas las creatividades.
Boris Cyrulnik
Boris Cyrulnik
Sinceramente no sé qué
bicho me picó. No era algo que haría normalmente pero ese día estaba agotada,
con el celular muerto y sólo pensando en llegar a mi cama luego de un día
demasiado largo – 8 horas en la oficina, al menos 3 horas en taxis y dos clases
seguiditas de 4 horas en la maestría.
Así que me despedí de
mis amigos, extendí la mano y paré el primer taxi que vi entre el tumulto de
carros que se paran a esa hora (10:30 pm) en la puerta de la PUCP.
El trayecto era largo,
desde la Católica hasta el trigal en Surco, así que me dispuse a acomodarme,
cargada de cosas como voy siempre y a relajarme en el asiento trasero,
pidiéndole al taxista que ponga música tranquila, ya que en la radio sonaba a
más volumen de lo tolerable a esa hora, la canción “Ajena” muy de moda por
aquellos tiempos. El taxista me hizo caso, y lo vi tomar la ruta de la Costa
Verde. En ese momento me hincó el primer pinchazo de sensatez. Caray, la próxima como sea me consigo un
taxi seguro. Pero ya estaba sobre el
coche, literalmente, así que no dejé prosperar ese pensamiento y decidí, como
hago siempre, entablar una conversación con mi taxista de turno.
Pareció interesado en
conversar y me siguió el amén comentándome que cuánta gente salía de la
universidad a esa hora, etc. Todo iba maravilloso, hasta que empecé a notar que
sus miradas a través del espejo retrovisor se hacían cada vez más intensas y prolongadas.
Esto me empezó a angustiar - primero porque pensé ahorita se estrella- pero
tuve que reemplazar muy a mi pesar este pensamiento por otro peor. No va a chocar porque no hay absolutamente
nadie en este trecho de la costa verde. Sinceramente no sé qué había pasado
pero la pista se veía vacía, absolutamente desolada y el mar más oscuro que
nunca.
Decidí en milésimas de
segundos- y sin dejar de conversar (para bien o para loco, tengo la habilidad
de entablar una conversación externa y hasta 2 internas al mismo tiempo) traté
de ocultar lo mejor posible mi incomodidad, hablando hasta por los codos y
contándole cosas graciosas al taxista.
Todo iba aparentemente
bien, pero a unos pocos minutos - calculo que a la altura de magdalena- el
taxista paró súbitamente en un descampado al lado de la pista y volteó
completamente el cuerpo para decirme con autoridad Pásate adelante. Dos simples palabras y mi mundo se puso de cabeza.
Le sonreí con mi
sonrisa de Mona Lisa y le dije lo más alegre y amical que pude y clavándole la
mirada hasta lo más profundo de su oscura alma, Uy amigoooo, aquí no te puedes parar, te va a agarrar el patrullero,
más tarde mejor me paso, arranca arranca que nos pillan.
Me miró con ojos de duda por unos segundos, lo miré con toda la seguridad provista por los ángeles del cielo, sonriéndole y asintiendo con la cabeza (según yo comunicándole en lenguaje no verbal, apúrate amigo, VAMOS!). Parece que decidió a mi favor. Arrancó nuevamente el carro y yo sólo dije Gracias Dios mío en mi cabeza, porque externamente ya había iniciado una nueva y cantarina conversación contándole que tenía que amanecerme para terminar un trabajo y todo lo que se viniera en ese momento a mi mente adrenalínica.
Me miró con ojos de duda por unos segundos, lo miré con toda la seguridad provista por los ángeles del cielo, sonriéndole y asintiendo con la cabeza (según yo comunicándole en lenguaje no verbal, apúrate amigo, VAMOS!). Parece que decidió a mi favor. Arrancó nuevamente el carro y yo sólo dije Gracias Dios mío en mi cabeza, porque externamente ya había iniciado una nueva y cantarina conversación contándole que tenía que amanecerme para terminar un trabajo y todo lo que se viniera en ese momento a mi mente adrenalínica.
Parecía que lo peor
había pasado, igual recuerdo que mi corazón latía como tambor en batucada
durante el largo trayecto. Ya cuando estábamos en la subida a Miraflores, me
mira fijamente por el espejo retrovisor y me suelta Oe amiga, tu eres bien valiente no? Para subirte a un taxi a esta hora
y sola. Aquí, si yo quiero te puedo hacer lo que me dé la gana.
Mi corazón rebotó unas cuatro veces en mi estómago. Sin dejar de mirarlo fijamente y sonriéndole sin pestañear una sola vez, le solté No amigo, no es que sea valiente. Te voy a contar, lo que pasa es que toda mi familia es de militares y sé manejar un arma desde los 13 años. Jamás salgo sin ella, porque nunca sabes con quién te vas a encontrar. Gracias a Dios tú si eres una buena persona, pero varias veces he tenido que ir apuntando todo el camino a indeseables y perversos que no merecen vivir, así que sin remordimientos los mataría si hace falta. Pero felizmente no es el caso, jajaja. Tú se nota que eres una persona ultra decente.
Mi corazón rebotó unas cuatro veces en mi estómago. Sin dejar de mirarlo fijamente y sonriéndole sin pestañear una sola vez, le solté No amigo, no es que sea valiente. Te voy a contar, lo que pasa es que toda mi familia es de militares y sé manejar un arma desde los 13 años. Jamás salgo sin ella, porque nunca sabes con quién te vas a encontrar. Gracias a Dios tú si eres una buena persona, pero varias veces he tenido que ir apuntando todo el camino a indeseables y perversos que no merecen vivir, así que sin remordimientos los mataría si hace falta. Pero felizmente no es el caso, jajaja. Tú se nota que eres una persona ultra decente.
Me la jugué el todo
por el todo, en ese momento sólo quería llorar y tirarme por la ventana, pero
estaba petrificada, pegada con UHU al asiento sin poder mover un dedo.
Quitó la mirada del
retrovisor, me dijo Ah ya amigaaa,
clarooo, conmigo no hay peligro alguno, pero nunca sabes, por eso te decía. Me reí con él, y reanudé mi parlanchina
conversa en lo que restaba de camino, hasta que vi con ansias aparecer mi calle
y la reja de mi edificio. Fue la visión más hermosa que tuve en la vida. Le pagué,
le dije gracias amigo y me bajé al
vuelo, sólo para abrir mi puerta y tirarme al mueble a hiperventilar un poco
mientras las lágrimas contenidas encontraban su camino hacia la
tranquilidad.
Mi mami ya estaba
dormida, igual me sintió y me balbució una bienvenida. Yo sólo aterricé en mi
cama y dirigí probablemente una de las oraciones más agradecidas de mi vida.
Pensé en mi papá Luchito, en mi titi Conchito y en toda la vara que tengo por
allá en las alturas. Ellos con seguridad me soplaron cada palabra y me regalaron
el temple que nunca imaginé que tendría en una noche oscura como aquella. Ese
día, este amigo me robó por mucho
tiempo la tranquilidad de sentirme segura en un taxi, ese día perdí también un
poquito de fe en la humanidad y comprendí que la suerte que yo había tenido,
muchas no la tendrían. Y que al día siguiente este mismo taxista estaría ahí,
en la puerta del PUCP esperando a alguna alumna cansada, llena de planes y
sueños para intentar su oscura jugada. Y
es que mi titi tenía razón cuando me decía de pequeña que los monstruos siempre
salen de noche.
Asu Chani, que experiencia. Y que nervios. Felizmente saliste bien de todo.
ResponderEliminarHasta ahora no puedo creer mi reacción! Pero estos sujetos siguen sueltos y al acecho. A cuidarnos!
EliminarAy amiga, yo he vivido eso y en manchita todavía con mi mami y mi hijita, pero mami jamás olvida su tijera como buena costurera y para su mal, el maldito tuvo que manejar con una tijera en cuello ese mismo trayecto de la costa verde hasta el Ov. De Miraflores. Nosotras jamás nos olvidamos de ello pero te aseguro que el jamás se olvidará de mi madre a quien la invadió la ira de una manera tal que hasta yo estaba aterrada de lo que podía pasar.
ResponderEliminarPalmas para tu mami, que agallas!!!!! Que bueno que también salieron bien libradas
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