domingo, 22 de noviembre de 2015

Mai Thai

«La vida es extraña, tan solo una fantasía de la que se aprovechan los humanos».
El viaje de Chihiro - 千と千尋の神隠

Y allí iba yo, la peor viajera del mundo, cargada como un equeco con cartera, mochila y cojín ortopédico para la lumbalgia, arma secreta para enfrentar las 13 horas de viaje hasta Amsterdam en clase economy de Lan.  Volvía -10 años después -a la oficina central de Practical Action en Rugby, Inglaterra: la tierra de Harry Potter, la princesa Diana, el té con leche y las mejores fresas con crema que recuerda mi paladar.

Mis colegas ukanianos me habían engreído con un asiento extra largo para poder ir más cómoda, pero ni eso, ni el cojín de marras (200 soles al agua, gracias Ortopedia Wong!) impidieron que mi espalda me recordara lo que ya sabía. Para agravar la situación me tocaron de compañeros de viaje dos flaquitos perfectos que dormían como momias sin siquiera reclinar su asiento (ya se imaginarán el magno esfuerzo que requirió que mi abundancia no los perturbe!). Así que si estamos botticellinescos, más nos vale juntar nuestros chibilines para pagar un upgrade (o un gimnasio!).

Finalmente llegué a mi destino hecha un nudo humano, con una contractura adicional en el cuello que se empeñó en no abandonarme ni con el celebrex que me empujé apenas llegué al hotel.
Tenía que resolver la situación y rápido (me esperaban dos semanas de talleres). Así que ya instalada en mi hotel, busqué en el google inglés: “massages in Rugby”, y apareció esta inocente paginita.



Do you suffer from any symptoms here?  Sore neck, Muscle ache, Aching feet / legs, Shoulder pain, Headache, Backache. Then our famous treatments (including the traditional Thai massage combined with aromatherapy) will guarantee to encourage deep relaxation and leave you walking on air.

BINGO!!!! Me había sacado la lotería.  Salir “caminando en el aire” era justo lo que necesitaba, así que con celular prestado por Margaret saqué mi cita para esa tarde. Y así sin decirle a nadie (Ni a Gianni siquiera!), tan armas tomar como siempre, pedí mi taxi y me embarqué rumbo a la tierra prometida del relax oriental.

El sitio en mención quedaba a unas diez cuadras del hotel, en una calle tranquila y por fuera no era más que una casita más de aspecto antiguo.  Entré con emoción máxima ya imaginándome tendida y relajada bajo las suaves manos de una tailandesa. Me recibieron dos chicas bellísimas, con flores en el pelo, sin zapatos y haciendo reverencias. Eso sí con la plata no se jugaban: Credit card please madame. 35 libritas menos para chocolatitos o llaveros. Ni modo, todo sea por el bienestar de mi acalambrado cuello.

Me hicieron quitar los zapatos y caí en cuenta que ese era el ritual de inicio hacia una dimensión desconocida. Seguí a mi guía por unas estrechas escaleras hacia un recinto tenue en el segundo piso, el olor a hierbas iba creciendo más y más a medida que me acercaba a la recámara donde tendría mi masaje. Una música mística teñía todo de una atmósfera soporífera, y fue allí donde empecé a pensar “debí decirle a Rob que venía para aquí”. El segundo piso era evidentemente desolado y la joven guía y yo -y probablemente un centenar de fantasmas- los únicos testigos de este encuentro.

Me hicieron pasar a una recámara antigua de techo alto, con una cama con columnas. La señorita me indicó que me desvistiera y me acostara, que mi masajista llegaría en unos minutos, y así tendida en esa cama desconocida, semi calatayú y con el olor mareante y embriagador, volví a pensar “nadie sabe dónde estoy y ni siquiera tengo teléfono”.  Me requinté a mi misma y decidí no entrar en paranoias y disfrutar el momento, que al fin y al cabo, mis buenas libras me estaba costando! Recordé a Marisa que siempre me dice “nadie muere la víspera” y me quedé allí, a media luz intentando relajarme y esperando.

La puerta se abrió y entró una joven que se presentó como Lily, parecía amable y eso ayudó un poco más a relajarme. Entrecerré los ojos rumbo al relax sólo para darme cuenta que Lily empezaba a desvestirse. Ya se imaginan mi pánico! Abrí los ojos como platos, pero Lily con un ágil movimiento había bajado aún más la luz y me había lanzado un “are you ready?”.

¡De pronto comprendí todo! Había caído en una especie de mundo mágico de Chihiro y este espíritu estaba presto a tomar posesión de mi cuerpo para volver a la vida. Rápidamente repasé unas tres estrategias de evasión, pero Lily ya estaba encima de la cama sujetándome un brazo y ordenando “now relax!”. Obvio que relax era lo menos que podía estar en estas circunstancias. Algo de alivio me invadió cuando ví que Lili estaba ataviada (y no calata) con una especie de leotardo negro. Todo después pasó muy rápido- ¿o muy lento?- la verdad creo que he bloqueado el recuerdo por bizarro. Sólo sé que en ese momento pertenecía completamente a Lily, al mero estilo de Las sombras de Grey, yo era su sumisa y ella hacía lo que le daba la santa gana con mi humanidad. Me jaló, me caminó, me estiró la pierna hasta dimensiones desconocidas, me sangoloteó a su gusto y cuando trataba pudorosamente de jalar la maldita colcha para taparme, me decía: “ohhh you are not shy or are you?” (¿no me digas que eres tímida?).  Yo sólo pensaba: Dios que esto acabe de una vez.  Y así luego de una extensa hora de torturas al fin me dijo: Okey…we are done!. Yo no sabía muy bien que decirle, salvo tal vez que luego de esta sesión tendría – como mínimo – que casarse conmigo, para reponer en algo mi dignidad perdida.

Así totalmente mareada, entendí que me decía que nos habíamos excedido en 10 minutos y que le debía 10  libras más. Se las di sin rechistar, no tenía energía para oponerme. Luego me dio una tarjetita con su número, me guiñó el ojo y me dijo “call me” porque podía ir a hacerme otra sesión en mi hotel (are you kidding me?!!!), me hizo una reverencia y desapareció para no volver.
Me quedé sentada en la cama unos 10 minutos, tratando de componerme y recuperar el equilibrio. Me examiné para ver si aún mi cuerpo respondía a mi cerebro, y ciertamente todo él estaba en estado plastilinesco. Todo relajadísimo menos: ¡¡¡el p*#o cuello!!! La contractura seguía allí, firme  y riéndose de mi a carcajadas.  C´est la vie…

Con toda la fuerza que pude reunir me paré para vestirme, prendí la luz y vi un enorme poster que explicaba los movimientos del masaje Thai. Y pues, ahí estaba todo, bien explicadito.  El misterio se habría resuelto con una simple googleada previa.
Mis amigas de recepción salieron a despedirme, nuevamente con sendas reverencias y me pidieron un taxi.  La verdad es que necesitaba desfogar con alguien- humano de preferencia- sobre lo ocurrido y le conté al taxista Johnny que había sido mi primera vez con el masaje thai y que me había shockeado un poco. Johnny me miró con interés y me dijo “yo aprendí el arte del masaje chino en Italia”, me dio una tarjeta con su teléfono y me dijo “call me”, y que él también podía ir a mi cuarto del hotel.  Entré en un estado de locura al estilo “El Resplandor” y le dije que lo haría por supuesto, bajé del carro y corrí bajo la fría lluvia de Rugby sin mirar atrás.  (Hasta hoy tengo sueños donde corro envuelta en el mismo olor a hierbas, sólo con una toallita y perseguida por unos fantasmas de rasgos orientales y sonrisas prometedoras, juraría que gritándome “call me” en algún idioma ancestral).


“Que debo decir, cuando uno está en una ciudad desierta, la moraleja que aprendí de El viaje de Chihiro, es que cuando estás en un lugar así de sospechoso, tienes que salir corriendo por donde llegaste, para no quedarte atrapado en otra dimensión por culpa de mal timing”. http://www.elblogdeyes.com/resena-de-la-pelicula-anime-el-viaje-de-chihiro/






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