«La vida es extraña, tan solo una fantasía de la
que se aprovechan los humanos».
El viaje de Chihiro - 千と千尋の神隠し
El viaje de Chihiro - 千と千尋の神隠し
Y allí iba yo, la peor viajera del mundo, cargada como un equeco
con cartera, mochila y cojín ortopédico para la lumbalgia, arma secreta para
enfrentar las 13 horas de viaje hasta Amsterdam en clase economy de Lan. Volvía -10
años después -a la oficina central de Practical Action en Rugby, Inglaterra: la tierra de Harry Potter, la princesa Diana,
el té con leche y las mejores fresas con crema que recuerda mi paladar.
Mis colegas ukanianos me habían engreído con un asiento extra
largo para poder ir más cómoda, pero ni eso, ni el cojín de marras (200 soles
al agua, gracias Ortopedia Wong!) impidieron
que mi espalda me recordara lo que ya sabía. Para agravar la situación me
tocaron de compañeros de viaje dos flaquitos perfectos que dormían como momias
sin siquiera reclinar su asiento (ya se imaginarán el magno esfuerzo que requirió
que mi abundancia no los perturbe!). Así
que si estamos botticellinescos, más nos vale juntar nuestros chibilines para pagar un upgrade (o un gimnasio!).
Finalmente llegué a mi destino hecha un nudo humano, con una
contractura adicional en el cuello que se empeñó en no abandonarme ni con el celebrex que me empujé apenas llegué al hotel.
Tenía que resolver la situación y rápido (me esperaban dos
semanas de talleres). Así que ya instalada en mi hotel, busqué en el google
inglés: “massages in Rugby”, y apareció esta inocente paginita.
Do you suffer from any symptoms here? Sore neck, Muscle ache, Aching feet / legs, Shoulder
pain, Headache, Backache. Then our famous treatments (including the traditional
Thai massage combined with aromatherapy) will guarantee to encourage deep
relaxation and leave you walking on air.
BINGO!!!! Me había sacado la lotería. Salir “caminando en el aire” era justo lo que
necesitaba, así que con celular prestado por Margaret saqué mi cita para esa
tarde. Y así sin decirle a nadie (Ni a Gianni siquiera!), tan armas
tomar como siempre, pedí mi taxi y me embarqué rumbo a la tierra prometida del relax
oriental.
El sitio en mención quedaba a unas diez cuadras del hotel, en
una calle tranquila y por fuera no era más que una casita más de aspecto antiguo. Entré con emoción máxima ya imaginándome tendida y relajada bajo las suaves
manos de una tailandesa. Me recibieron dos chicas bellísimas, con flores en el
pelo, sin zapatos y haciendo reverencias. Eso sí con la plata no se jugaban: Credit card please madame. 35 libritas
menos para chocolatitos o llaveros. Ni
modo, todo sea por el bienestar de mi acalambrado cuello.
Me hicieron quitar los zapatos y caí en cuenta que ese era el
ritual de inicio hacia una dimensión
desconocida. Seguí a mi guía por unas estrechas escaleras hacia un recinto
tenue en el segundo piso, el olor a hierbas iba creciendo más y más a medida
que me acercaba a la recámara donde tendría mi masaje. Una música mística teñía
todo de una atmósfera soporífera, y fue allí donde empecé a pensar “debí
decirle a Rob que venía para aquí”. El segundo piso era evidentemente desolado
y la joven guía y yo -y probablemente un centenar de fantasmas- los únicos testigos
de este encuentro.
Me hicieron pasar a una recámara antigua de techo alto, con
una cama con columnas. La señorita me indicó que me desvistiera y me acostara,
que mi masajista llegaría en unos minutos, y así tendida en esa cama
desconocida, semi calatayú y con el
olor mareante y embriagador, volví a pensar “nadie sabe dónde estoy y ni
siquiera tengo teléfono”. Me requinté a
mi misma y decidí no entrar en paranoias y disfrutar el momento, que al fin y
al cabo, mis buenas libras me estaba costando! Recordé a Marisa que siempre me
dice “nadie muere la víspera” y me quedé allí, a media luz intentando relajarme
y esperando.
La puerta se abrió y entró una joven que se presentó como
Lily, parecía amable y eso ayudó un poco más a relajarme. Entrecerré los ojos rumbo
al relax sólo para darme cuenta que Lily empezaba a desvestirse. Ya se imaginan
mi pánico! Abrí los ojos como platos, pero Lily con un ágil movimiento había
bajado aún más la luz y me había lanzado un “are you ready?”.
¡De pronto comprendí todo! Había caído en una especie de
mundo mágico de Chihiro y este espíritu estaba presto a tomar posesión de mi
cuerpo para volver a la vida. Rápidamente repasé unas tres estrategias de
evasión, pero Lily ya estaba encima de la cama sujetándome un brazo y ordenando
“now relax!”. Obvio que relax era lo
menos que podía estar en estas circunstancias. Algo de alivio me invadió cuando
ví que Lili estaba ataviada (y no calata) con una especie de leotardo negro.
Todo después pasó muy rápido- ¿o muy lento?- la verdad creo que he bloqueado el
recuerdo por bizarro. Sólo sé que en ese momento pertenecía completamente a
Lily, al mero estilo de Las sombras de
Grey, yo era su sumisa y ella hacía lo que le daba la santa gana con mi
humanidad. Me jaló, me caminó, me estiró la pierna hasta dimensiones desconocidas,
me sangoloteó a su gusto y cuando trataba pudorosamente de jalar la maldita colcha
para taparme, me decía: “ohhh you are not shy or are you?” (¿no me digas que
eres tímida?). Yo sólo pensaba: Dios que
esto acabe de una vez. Y así luego de
una extensa hora de torturas al fin me dijo: Okey…we are done!. Yo no sabía muy
bien que decirle, salvo tal vez que luego de esta sesión tendría – como mínimo
– que casarse conmigo, para reponer en algo mi dignidad perdida.
Así totalmente mareada, entendí que me decía que nos habíamos
excedido en 10 minutos y que le debía 10
libras más. Se las di sin rechistar, no tenía energía para oponerme.
Luego me dio una tarjetita con su número, me guiñó el ojo y me dijo “call me”
porque podía ir a hacerme otra sesión en mi hotel (are you kidding me?!!!), me hizo una reverencia y desapareció
para no volver.
Me quedé sentada en la cama unos 10 minutos, tratando de
componerme y recuperar el equilibrio. Me examiné para ver si aún mi cuerpo
respondía a mi cerebro, y ciertamente todo él estaba en estado plastilinesco.
Todo relajadísimo menos: ¡¡¡el p*#o cuello!!! La contractura seguía allí,
firme y riéndose de mi a carcajadas. C´est la
vie…
Con toda la fuerza que pude reunir me paré para vestirme,
prendí la luz y vi un enorme poster que explicaba los movimientos del masaje Thai.
Y pues, ahí estaba todo, bien explicadito. El misterio se habría resuelto con una simple googleada previa.
Mis amigas de recepción salieron a despedirme, nuevamente con
sendas reverencias y me pidieron un taxi.
La verdad es que necesitaba desfogar con alguien- humano de preferencia-
sobre lo ocurrido y le conté al taxista Johnny que había sido mi primera vez
con el masaje thai y que me había shockeado un poco. Johnny me miró con interés
y me dijo “yo aprendí el arte del masaje chino en Italia”, me dio una tarjeta
con su teléfono y me dijo “call me”, y que él también podía ir a mi cuarto del hotel. Entré en un estado de locura al estilo “El
Resplandor” y le dije que lo haría por supuesto, bajé del carro y corrí bajo la
fría lluvia de Rugby sin mirar atrás. (Hasta hoy tengo sueños donde corro envuelta
en el mismo olor a hierbas, sólo con una toallita y perseguida por unos
fantasmas de rasgos orientales y sonrisas prometedoras, juraría que gritándome “call
me” en algún idioma ancestral).
“Que
debo decir, cuando uno está en una ciudad desierta, la moraleja que aprendí de
El viaje de Chihiro, es que cuando estás en un lugar así de sospechoso, tienes
que salir corriendo por donde llegaste, para no quedarte atrapado en otra
dimensión por culpa de mal timing”. http://www.elblogdeyes.com/resena-de-la-pelicula-anime-el-viaje-de-chihiro/
Gostei!
ResponderEliminar